L'habitació incòmoda

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En el año 2020, la pandemia nos obligaba a confinarnos donde y con quién estuviéramos. Incluso en Andorra, un país rodeado de una naturaleza rica, llena de vegetación, ríos, animales y montaña, la población también se tuvo que encerrar en casa.
Durante unos meses, todo el mundo vivió la incomodidad de no poder salir de casa. A consecuencia de este aislamiento, las pantallas -en todos sus formatos- se convirtieron en las protagonistas. Se transformaron en una especie de ventana hacia el mundo.
Engolasters, centro neurálgico de la bienal, es un lugar donde la gente suele ir para relajarse y disfrutar de la naturaleza. A metros del lago, la artista nos propone un pequeño espacio que será el antagonista. Una cámara oscura, con un techo bajo. Dentro, pantallas con luz blanca, como las que nos envolvieron en tiempos de pandemia, como un recordatorio. El objetivo es que, al salir, sintamos con más énfasis la sensación de libertad y de maravilla ante el entorno que nos rodea.